Te encontré brincando sobre los charcos, caminando con tus botitas pantaneras sobre el borde del río, observé cada uno de tus movimientos mientras se reflejaban en el agua. Escuché los pájaros cantarte sus canciones mientras tú mirabas al infinito. Creí en el amor.
Para que no te perdieras, en el camino te sembré árboles. Un aguacate, un manzano, un naranjo y unos cuantos palos de café. Sabía que volverías a casa en algún momento y quería recibirte con los frutos de una buena cosecha. Como sé que amas las aves coloqué por todas las esquinas de la casa suficientes bebederos, hace días vienen a visitarme un incontable número de colibríes de colores.
Pienso en ti cada día. Deseo que tu caminar sea firme y que sin duda, lleves la misma mirada sonriente de la primera vez que nos cruzamos en el camino. El día de hoy está gris, voy a encender un poco de leña seca para que su calor llegue hasta tu alma y sientas abrigo.
Vuela alto, viaja un poco más allá de las nubes y abraza la libertad de ser ave de papel. Te observaré desde aquí como un buen gato sin intención de cazar, disfrutaré de tu vuelo y te maullaré de vez en mes para que no olvides bajar a esta tierra llena poesía.
Te encontré brincando sobre los charcos...
Te encontré sonriente y libre...
Te encontré solitaria, llena de la energía de la luna y del calor del sol.
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